jueves, 23 de abril de 2009


El móvil, artefacto ritual  para controlar la incertidumbre

 

 “Si no contesto mi celular por cualquier razón, si me hablan mi mamá o mi novia entonces ahí sí hay un problema”. Esto bien podría parecernos el testimonio de un hombre que cuenta parte de un relato en donde estuviera ocultando algo o que tiene miedo de ser descubierto pues hizo algo malo, pero no, no lo es, es simplemente la respuesta a una de las tantas preguntas que le hice en una encuesta a un joven  respecto al uso del celular, la pregunta se refería a algún problema que haya recordado haber tenido por no contestar su celular.

Me parece curioso que inmediatamente respondió aludiendo a su mamá o a su novia, bien, pues ellas son muy influyentes en su vida en eso estamos de acuerdo, pero hay algo más detrás de todo esto… está el hecho de que tanto ellas como él muestran, tan sólo en estas simples palabras que él mencionó una clara y recalcada relación con el uso de este dispositivo móvil.

En el transcurso de la entrevista me di cuenta que el entrevistado no vacilaba al responder las preguntas, tenía muy claro lo que quería responder, incluso anécdotas, y me pregunto si de haberse tratado de otra cosa hubiera demostrado tener la misma memoria prodigiosa.


Ciertamente la relación que ha tenido con el celular ha sido larga, no es un simple aparato del que ha estado desligado por temporadas o que apareció en su vida por casualidad, todo lo contrario, él menciona que recuerda el día que le dieron uno, hace algunos años, aún era un niño, que en ese entonces era raro ver con un celular, no como ahora que incluso niños de cinco años lo cargan como algo indispensable en sus vidas. También recuerda que se lo dieron sus padres más por una necesidad, pero ¿en dónde radica esta necesidad?, por lo que el contó en el hecho de poder estar comunicados, en caso de cualquier emergencia o simplemente por no soltar el cordón umbilical electrónico, término usado por Rosalía Winocur en su artículo “El móvil, artefacto ritual para controlar la incertidumbre”, mismo título que le di al

 

presente artículo ya que es precisamente en esa lectura en la que me basé para la entrevista que realicé.

El tema del celular como artefacto tecnológico ritual ha ido tomando y hasta desplazando el lugar de otras formas de comunicación entre las personas, y esto lo tienen bien claro quiénes han decidido adquirir uno. Yo he conocido personas que se resistían a comprar un celular, cuando les preguntaba porque se resistían me decían que no les gustaba que los estuvieran localizando en cada momento y en cada lugar. Me sorprendía descubriendo después que esas personas ya tenían celular y no era raro verles una cara de emoción cuando lo utilizaban. Así, estas personas caían en las garras tecnológicas del siglo XXI.

La persona a la que entrevisté no parecía haber mostrado ninguna reticencia al adquirir un celular, bien mencionó que todas las personas que conocía tenían una, incluso la muchacha que trabaja en su casa, dijo, como aludiendo al nivel económico, cosa que ahora sabemos, no es un impedimento para tener este aparatito. Recuerdo haber leído en una revista, en una entrevista que le hacían a uno de los líderes tecnológicos de la India que papel jugaba el móvil en la vida de la población, el mencionó un dato:” cada mes se adquieren diez millones de celulares en la India”. ¡Diez millones!, esa cifra habla por sí misma, sobre todo porque ese país a pesar de su riqueza en muchos ámbitos, se caracteriza por la pobreza que aqueja a gran parte de su población de mil cien millones de habitantes.

Irónicamente y como demostrando que podía darle fortaleza a sus respuestas el entrevistado sostenía en sus manos su celular, no creo que esperando una llamada, más bien sólo por el hecho de que aún seguía ahí, y por si las dudas.

 

 

Winocur, Rosalía. El móvil, artefacto ritual para controlar la incertidumbre.

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